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A sus hijos,
a sus compañeros,
a todos aquellos
que nos harán
vivir para siempreIntroducción
A. MUERTOS EN FALSOS ENFRENTAMIENTOS
En la Introducción del Volumen III de esta colección, "Los Hermanos Vergara Toledo" dimos cuenta detallada de la totalidad de hombres y mujeres asesinados por la dictadura durante el año 1985. A los 53 casos registrados ese año, debemos agregar ahora otros 81 casos, tal como se puede observar en el siguiente cuadro:
Cuadro Nº 1: Asesinados por los aparatos represivos de la Dictadura Hombres Mujeres Total 1985 47 6 53 1986 52 8 60 1987(*) 18 3 21 Total 117 17 134 En esta oportunidad quisiéramos destacar brevemente algunos hechos relevantes de la situación acaecida durante 1986.
Al analizar las causas de muerte de los 60 casos ocurridos en 1986, se constata que una gran parte de ellos, (21 casos) fueron asesinados por Carabineros, mientras patrullaban, controlaban o reprimían protestas populares. El límite entre la vida y la muerte parece haber perdido su profundo significado para los funcionarios de este cuerpo especializado en mantener el orden y la tranquilidad. Más grave aún es comprobar que en tres oportunidades actuaron estando de civil y fuera de servicio y que el motivo que los llevó a usar el arma fue siempre algún hecho trivial que los exaltó y los hizo matar.
Por otra parte, llama la atención que en 8 casos el asesinato, además de ser previamente planificado, fue despiadado y con ensañamiento. La Dictadura no prepara "el montaje" para simular un enfrentamiento. Muy por el contrario la información oficial entregada para explicar sus muertes resulta inverosímil: a la dictadura pareciera no preocuparle que se le crea o no se le crea. Es así como en el caso de la muerte de Margarita y María Paz Martín Martínez y del hijo de una de ellas. Isidro Salinas Martín, según la versión oficial "se habrían suicidado al verse acorraladas". Asimismo cuando Mario Martínez Rodríguez, dirigente universitario aparece muerto en una playa a 120 kilómetros de Santiago, luego de 4 días de su desaparecimiento, la prensa oficialista desinforma e intenta distraer la evidente connotación política del hecho, publicitando dudosos antecedentes de enfermedades depresivas y tratamientos psiquiátricos.
Otra característica de las muertes ocurridas el año 1986 es la aparición de comandos o grupos "anticomunistas" que actúan para amedrentar, amenazar y asesinar con absoluta impunidad. El relator especial para Chile en las Naciones Unidas los menciona como "bandas armadas".
Es así como cuatro conocidos militantes de la oposición política (Fernando Vidaurrazaga Manríquez, José Carrasco Tapia, Felipe Rivera Gajardo, Abraham Muskalblit) son asesinados durante las horas de toque de queda entre el 8 y 9 de septiembre de 1986, horas después del fallido atentado al dictador. Se trata evidentemente, de una acción, si no ejecutada, al menos activamente amparada por los organismos de seguridad, de clara connotación vengativa y ejemplarizadora. El Terror de Estado notifica, sin necesidad de discursos, que cualquier ciudadano está expuesto a ser detenido, secuestrado, torturado, asesinado.
De modo que durante los años 1985 y 1986 y el primer semestre de 1987, 117 hombres y 17 mujeres han sido asesinados por el régimen; de ellos 28 han perdido sus vidas en los llamados ''enfrentamientos" tal como lo muestra el cuadro siguiente:
Cuadro Nº 2: Muertos en Falsos Enfrentamientos Hombres Mujeres Total 1985 7 1 8 1986 9 - 9 1987 9 3 12 Total 25 4 29 De cada uno de estos casos, el Comité de Defensa de los Derechos del Pueblo hubiera querido entregar en detalle el relato de sus vidas, así como describir la mentira que rodeó a sus muertes. Ello nos resulta imposible. Podemos, sin embargo, declarar responsablemente que hay pruebas suficientes para afirmar que sus asesinatos fueron una ejecución planificada y premeditada y que la mayoría de ellos pudieron haber sido detenidos, pero se prefirió eliminarlos haciéndolos aparecer como responsables de su propia muerte.
Por último, queremos destacar aquellos pocos casos en que se dio la posibilidad de defenderse, aunque fuera con una pequeña arma; hombres y mujeres lo hicieron sin vacilar, cara a cara, con la decisión clara de quienes saben muy bien por qué luchan y por qué mueren.
B. LOS HECHOS DEL 23 Y 24 DE AGOSTO DE 1984
Durante el día jueves 23 de agosto de 1984 y las horas que lo siguieron, funcionarios de la Central Nacional de Informaciones (CNI) acompañados y protegidos por personal de Carabineros e Investigaciones, asesinaron a 9 chilenos. Siete de ellos fueron muertos en falsos enfrentamientos y 2 se enfrentaron verdaderamente para cubrir la retirada de sus compañeros ante cientos de hombres armados pertenecientes a los servicios de seguridad.
En 3 ciudades del sur de Chile (Concepción, Los Angeles y Valdivia) y en la capital (Santiago) cientos de agentes del régimen dictatorial actuaban coordinada y premeditadamente, para matar. Se habían desplazado a sus respectivos puntos de destino para cumplir la tarea planificada, entre Santiago y Valdivia, a 880 Kms. de distancia, esperarían la orden superior para entrar en acción y ejecutar.
Apenas unas horas después de ocurridos los hechos, la Dirección General de Comunicaciones del Gobierno (DINACOS) da a conocer ampliamente sus primeros comunicados oficiales. En ellos entrega la identidad precisa de las personas muertas, así como los nombres falsos, la edad, el sexo, el estado civil para describir luego minuciosamente su "actividad terrorista" desde el golpe de Estado hasta los días previos al 23 de agosto. A través de estos comunicados se advierte, sin lugar a dudas, que los organismos de seguridad los conocían, y no sólo a ellos sino que también a su familia, conocían su casa, sus rostros, sus vidas, su actividad cotidiana.
Pudieron haber sido detenidos, pero se decidió fríamente eliminarlos. Pero los comunicados oficiales no informan que la mayoría tenía entre 17 a 21 años al 11 de septiembre de 1973, que fueron expulsados de la Universidad, que no pudieron seguir sus estudios, que gran parte de sus familiares y amigos sufrieron la muerte, la persecución, la marginación. DINACOS no menciona que varios de ellos (por los años 74 y 75) fueron presos políticos, torturados y recluidos en campos de concentración para luego ser simplemente expulsados del país u obligados a salir para poder sobrevivir. Por el | contrario, DINACOS destaca que si ellos no hubieran sido abatidos por la "valiente acción de los servicios de seguridad", habrían asesinado no sólo a destacados partidarios del régimen sino también al propio Obispo de Concepción. Es decir, como dijo la prensa oficial, un nuevo Plan Zeta (*) los amenazaba, siendo estas personas oportunamente salvadas por el régimen. Jefes de Zona, Intendentes de las respectivas regiones. Ministros y partidarios de la Dictadura, esperaban que las órdenes por ellos impartidas fueran "científicamente cumplidas". Periodistas de Televisión Nacional con sus equipos filmadores se mantenían cercanos a los lugares en donde los hechos se producirían. Habían sido previamente informados y trasladados al lugar para transmitir a todo Chile las imágenes de como morirían los "extremistas". Los reporteros de la prensa de gobierno estaban preparados para fotografiar los cuerpos acribillados cubiertos de panfletos "subversivos", de armas cuidadosamente dispuestas cerca de los lugares donde yacían los cuerpos de los "extremistas".
De esta manera, 9 chilenos fueron eliminados ese día 23 de agosto, en tanto que simultáneamente otros funcionarios allanaban casas, destruían enseres, golpeaban y detenían a los familiares, esposas, hijos, amigos y compañeros, un total de 17 personas fueron detenidas en relación con "estas muertes. Tres de ellas lo habían sido un mes y medio antes y las formas en que se les interrogó y se les torturó fue denunciada ampliamente por varios organismos de Derechos Humanos, tanto nacionales como internacionales. Las 14 personas restantes fueron aprehendidas ese mismo día con gran eficacia y rapidez, las acciones fueron perfectas. Los detenidos, con vendaje o capucha, fueron trasladados en vehículos especiales a recintos secretos, donde otros funcionarios entrenados para interrogar y torturar ejercerían sobre ellos la violencia dirigida. Incomunicados durante horas y durante días, con sus cuerpos desnudos, amenazados, vejados, privados del sueño, agredidos, mientras se les manipulaba y se les presionaba intensamente en relación a la suerte corrida por sus camaradas que no estaban allí con ellos detenidos en el mismo recinto de detención. ¿Estarán vivos o muertos? ¿dónde estarán? ¿qué habrá pasado con ellos y sus hijos?.
Entre los 17 detenidos se encontraban siete mujeres, dos de ellas en avanzado estado de gravidez al momento de ser asesinados sus compañeros. Como consecuencia de la detención, de la tortura y de la reclusión posterior de la madre en una cárcel de Valdivia, la hija de uno de ellos habrá de nacer con graves secuelas neurológicas. Su padre fue asesinado en su propia casa, mientras decenas de hombres armados copaban los patios y los techos de las casas vecinas y Televisión Nacional, instalada allí horas antes, cubría la noticia del "enfrentamiento" con fría acuciosidad.
Un total de 19 niños perderían a sus padres ese día jueves 23 de agosto de 1984. El mayor de ellos tenía 19 años y el menor sólo algunos meses. Javiera de sólo 4 años, fue retirada de su escuela y conducida a un Hogar de Carabineros luego que su padre, Nelson Herrera, fuera asesinado y su madre Patricia Zalaquet detenida en su domicilio. De este modo, 19 niños además de tener que crecer sin padres, guardan en la memoria los hechos de ese día como trozos mas o menos confusos pero siempre dolorosos, de recuerdo. Saben, o llegarán a saber, la verdad sobre la forma en que sus padres fueron ejecutados; conocen lo que la dictadura dijo o dice de ellos; están concientes que la imagen de sus padres ha sido desfigurada y transformada mediante falsedades. Están enterados que durante todos estos años la Justicia no sólo no ha hecho nada por esclarecer la verdad, sino que además los hombres que dispararon sobre ellos, que engrillaron sus manos antes de ultimarlos, están libres, sin cargos. Pero por sobre todo, estos niños presienten que el motivo por el cual sus padres murieron será pronto para ellos su propio motivo: se unirán a otros compañeros para construir ideales, lucharán por ellos, la pasión de sus vidas sera la misma pasión que tuvieron sus padres.
Desde agosto de 1984, junto a los familiares y con el apoyo de nuestros abogados, hemos ido buscando justicia; reconstruyendo sus vidas a través de sus padres, compañeros y amigos que los conocieron, recolectando sus cartas y poemas mirando en las fotos la expresión de sus caras. Pero, por sobre todo, conociendo sus sentimientos, su clara definición frente a la vida.
Nuestra intención es, por una parte, rescatar el verdadero perfil humano, afectivo y político de los hombres asesinados por la Dictadura, y al mismo tiempo, testimoniar y difundir la verdad de los hechos frente a la mentira oficial.
Notas:*Al 31 de julio
(*) Como parte de la burda campaña de propaganda desatada por los militares golpistas luego de su intervención en septiembre de 1973, habría estado a punto de llevarse a cabo un denominado Plan Zeta que incluía el asesinato de dirigentes y personalidades que se oponían al Gobierno de S. Allende. A la hora de justificar el bombardeo del Palacio presidencial, y los miles de asesinatos, las FFAA llegan a invocar la "legítima defensa".