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Lucía Orfília Vergara Valenzuela, tenía 31 años cuando fue asesinada, tenía 22 años cuando fue obligada asilarse y partir al exilio con su hijo de 2 meses de edad, su hermana recuerda el momento de su partida de la siguiente manera:
"...Caminaba con su pequeño hijo, con un gesto de tristeza y rebeldía, de dolor por tener que irse; su compromiso era tan fuerte que ella no hubiera vacilado en quedarse en Chile, aún viviendo en la clandestinidad ..."
Nació en Curicó, una pequeña ciudad al sur de Santiago, en el seno de una familia de profesionales que usaban la verdad como herramienta fundamental para relacionarse y conocer la realidad que vivían. En esa zona agrícola cercana a los primeros volcanes del sur de Chile, Lucía conoció la dura realidad del campesinado. En su infancia nacen sus primeras inquietudes por los seres humanos.. Inquieta, siempre interrogante y preguntando, impulsiva, franca, abierta, desde su adolescencia se entrega por entero al trabajo político para alcanzar la justicia que sueña para su pueblo. En esta ansiedad de igualdad y de compromiso político la que la hace renunciar a ser profesional, es así como luego de dar la prueba de aptitud académica y de quedar aceptada en la Universidad de Valparaíso decide permanecer en Santiago. Transcurría el año 1970, año de definiciones y de posibilidades de triunfos populares. Lucía se independiza de su familia y se va a vivir a una población marginal de la capital. Tenía en esa época 18 años.
El golpe militar del 11 de Septiembre de 1973, la obliga a esconderse ... "era muy conocida por su trabajo con los pobladores". Debe abandonar el país.
Durante su permanencia en el Exilio nace su 2º hijo. Por esa época escribe a una amiga que al igual que ella se encontraba exiliada.
"... Nosotros estamos mejor. Hemos superado ya los problemas de la vida en el extranjero. Sublimando muchas cosas de la vida diaria dentro de este medio, vivimos en función de superamos en todos los planos para afrontar mejor la esperada vuelta a nuestro Chile. El hecho de vivir diariamente cómo simples obreros suecos, nos ha enriquecido enormemente, a pesar de que perdemos ocho horas diarias de nuestra vida en trabajarle a los grandes capitalistas suecos, nos han hecho ganar otras tantas horas en entender cabalmente lo que es resalmente la explotación de los seres humanos . . . Hemos ganado también el convencimiento de que nuestras vidas están destinadas a llevar lo antes posible nuestro grano de arena en la lucha que libra nuestro pueblo".
Aislada de la realidad de Chile, de su familia, de sus hermanos que quiere extrañablemente, la llevan a conflictos personales que culminan con la separación de su pareja. Lucía abandona Suecia para radicarse en España. En Marzo de 1981 es detenida bajo falsas acusaciones, sufriendo graves torturas que, incluso le dificultan durante tiempo el caminar. Fue condenada a 8 años de cárcel, pena que fue conmutada por la libertad condicional.
Durante toda su permanencia en el exilio y aún desde la cárcel y en los momentos más duros, nunca dejó de comunicarse con sus hermanos quienes quería entrañablemente...
El día 30 de Marzo de 1981 escribe así...
Querida hermana:
Antes de contarte de mí, deseo de todo corazón que te encuentres bien, junto a tus niñas y también a tus perros, de los cuales me han contado que te dedicas mucho a ellos, y que son muy hermosos. Espero que hayas leído la carta que le mandé a la mamá, y que por tanto ya te habrás enterado más o menos de cual es mi situación. Que más podría decirte o explicarte. Que te quiero mucho, y a todos, que a.veces me dan unas ganas enormes de verlos, de abrazarlos, de estar todos juntos. Quiero darte las gracias por todo lo que has hecho por José, independientemente de lo que haya pasado con él, cuestión que explico detalladamente en la carta a la mamá. En agosto, después que estuve en Suecia, te mandé una carta muy larga, y también un poco de dinero, para ayudarte con los gastos de José. Como nunca me contestaste, pienso que la carta no te llegó.
Quiero que tú me cuentes de José, porque hasta el momento tengo noticias aisladas y no toda la verdad, en la medida que se me niegan algunas cosas "para no sufrir", lo cual me parece completamente absurdo, ya que me preocupo de él, como por cualquier otro compañero que esté en su situación. Además, porque a pesar de todo y de todos y de él mismo, sigue siendo el padre de mis hijos y por lo tanto me seguiré ocupando de él.
Yo estoy bastante mejor, físicamente aún tengo un pie que no funciona bien, pero tengo esperanzas que pasará pronto. De ánimo, mucho mejor, aunque a ti puedo reconocerte que a veces me dan unas tristezas muy grandes, en el sentido de que quisiera, por supuesto, estar viviendo otras cosas, pero bueno, de todas maneras, por mi forma de ser, soy capaz también de hacerme un tiempo feliz. El hecho de no saber nada de nadie es lo que más me baja el ánimo. Por eso, te pido que me escribas. Estoy escuchando radio Berlín, y a veces lloro un poco (por Chile), en la medida, que otra vez se me hace muy lejano el día que pueda volver. Si puedes, envíame de vez en cuando el "Qué Pasa" u otra revista. Ya es muy tarde y termino. Un abrazo y besos.
Lucía
Esta dura experiencia no hace más que aumentar su compromiso. Se ignora como decidió separarse de sus hijos y entrar clandestinamente al país.
El 7 de septiembre de 1983 el cuerpo destrozado y casi desnudó de Lucía Vergara quedó tirado en medio de la calle Fuente Ovejuna.
Cerca de 20 balas le quitaron la vida; antes de morir había realizado su último gesto de horror a la dictadura. Su cadáver mostraba además horribles quemaduras.
La recuerdan hermosa, extravertida, alegre, amistosa. Muy segura de sí misma. Uno de sus hermanos al evocarla escribe así:
". . .Pity, mi querida Pity, un mundo pequeño de rabias, dulzura, me pesa en el alma, me despedaza cada vez que la recuerdo.
La tengo dentro de mí ahogándome. . . A pesar de todo era la misma de siempre física y sicológicamente. Naturalmente más convencida que nunca de sus ideas. . . Joven, alegre, sana. . . hay momentos en que siento mucho dolor pero comprendo. . . pero no olvido jamás. Cuantas veces quisiera yo tener aquellas largas conversaciones, aquella búsqueda de significados que nos permitían estar cerca.. .viviendo. .."