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MARIO MUJICA BARROS
"Yo amaba a ese hombre de carácter tranquilo, transparente, cariñoso", afirma su compañera Marta Cristina Chacaltana. Y agrega: "Admiraba su claridad, su gran perseverancia y capacidad de sacrificio, ese espíritu que le había permitido sobrepasar incontables obstáculos.." Obstáculos que, como en toda persona de origen humilde, empiezan a temprana edad.
La niñez de Mario Mujica Barros había transcurrido en el sector de la Gran Avenida de Santiago. Allí nació y allí realizó sus estudios primarios. Los secundarios los hizo en el Liceo Nš 14 de La Cisterna. Fue un alumno destacado siempre y esto le valió una beca para seguir estudiando. Corría el año 1971 y por entonces muchos trabajadores se perfeccionaban gracias a las posibilidades que el gobierno de la Unidad Popular abría a los chilenos modestos. Mario ingresó a la Universidad e inicia la carrera de Pedagogía en Matemáticas en horario nocturno.
Paralelamente seguía trabajando en el Ministerio de Obras Públicas. El Golpe Militar lo sorprendió mientras cursaba el tercer año de la carrera. Esta es clausurada, como parte de la brutal embestida que sufrieron las universidades chilenas.
La precariedad económica, la represión en todos sus matices y niveles no son hechos intrascendentes para una mente despierta y receptiva como la de Mario. En 1974, producto de esa confrontación personal con la cada vez más dramática situación del país, Mario decide integrarse de lleno a la lucha política e ingresa al MIR.
El año 1975 es detenido por la DINA. Junto a él, su compañera María Cristiana Chacaltana. Permanecen un tiempo en tres Alamos, luego él es trasladado a Puchuncaví y Marta Cristina a Pirque.
En Puchuncaví, Mario participa en la primera huelga de hambre de presos políticos que se realiza en Chile durante este régimen. Esclarecimiento de una acción de denuncia para el esclarecimiento del paradero de 119 militantes desaparecidos (*).
A poco de salir en libertad, Mario y María Cristina se casan y en 1976 viajan al extranjero. El exilio es una mezcla de añoranzas, de problemas en mundo extraño y de lucha decidida.
En 1978 nace Germán, hijo de ambos. El pequeño añade otra dimensión el fenómeno del exilio.
En 1981 regresan a Chile. Al desgarro de la separación del hijo, quien permanece en el extranjero, oponen la convicción de sus ideas y la esperanza de la entrega por un Chile mejor. Esa entrega que en Mario Mujica fue total y que culmina el 23 de agosto de 1984, cuando un proyectil atraviesa su cuello.
Su compañera recuerda así ese día: "Nos levantamos con la idea de arreglar la casa en que vivíamos. Hacía pocos días que habíamos llegado a Los Angeles y estábamos aún instalándonos. Salimos de compras por la mañana, almorzamos y luego ordenamos la casa. A pesar de que teníamos algunos indicios de que nos estaban siguiendo y esto nos tenía muy preocupados, compartimos ese almuerzo entre recuerdos de nuestro hijo y planes para el futuro. Yo salí alrededor de las 15 horas de la casa. Nos despedimos con dos besos..."
"El recuerdo de Mario y el de todos los compañeros asesinados por la dictadura estará siempre presente en e! pueblo", lo dice María Cristina Chacaltana, su compañera, actualmente presa política en la Cárcel de Coronel.
(*) Con ocasión de la publicación en diarios argentinos y brasileños de noticias que dan cuenta de la muerte en "enfrentamiento" de 119 chilenos, todos ellos prisioneros políticos detenidos por los servicios de seguridad del Régimen.