EQUIPO NIZKOR |
|
12mar02
El retiro de Izurieta es un elemento más en el camino a la consolidación de la impunidad.
Por Sergio Ramírez.
Ricardo Izurieta ha dejado el cargo de Comandante en Jefe del Ejército. Antes hizo algunas declaraciones que no reflejan los hechos ocurridos durante su mandato. Mientras que las cúpulas políticas del oficialismo y la reacción han apaludido y glorificado su quehacer al frente del Ejército, ocultando la verdad de su verdadero rol.
Antes del término de su función de jefe del Ejército, Izurieta expresó en una ceremonia con la presencia de la ministra de Defensa, Michelle Bachelet (PS), que dejaba la institución con satisfacción ya que "estamos avanzando en la modernización en la mayoría de los aspectos planificados". Aclaró que pese a que se trata de un proceso largo, no hay apuro para culminarlo ya que "no se realizará en uno, dos o tres años. Pero hay una continuidad con el nuevo comandante en jefe (Juan Emilio Cheyre)". Destacó que "hemos fortalecido nuestros vínculos con la sociedad. Nos interesa que la gente nos conozca…". Además, reconoció que que durante su período (1998- 2002) se encontró con situaciones "complicadas y agradables", dentro de las cuales la detención en Londres de Pinochet no significó un problema "demasiado complicado".
Las cúpulas políticas de gobierno y de la derecha han coincidido en sus alabanzas a Izurieta. Entre éstas destaca la del diputado Jaime Naranjo (PS), que sostuvo que su retiro tiene un gran significado para la democracia. Afirmó que en su partido ven con respeto y reconocimiento como Izurieta después de toda una vida al servicio de la patria, "se retira a su casa, a vivir sus años restantes como lo haría cualquier civil". Y que esta situación -según dijo- "no sólo prestigia a su persona, sino también el alto cargo que desempeñaba y en el, a su institución". En diversos sectores han causado sorpresa las alabanzas, porque recuerdan el verdadero rol de Izurieta al mando del ejército. La verdad señala la inconsecuencia y oportunismo de tales homenajes. Al recurrir a la memoria histórica sobre el período 1973-2002, surge la realidad que se intenta ocultar.
Operación "Consenso".
En su oportunidad, la nueva conformación del Alto Mando del Ejercito fue dada a conocer por Augusto Pinochet y el entonces ministro de Defensa, EdmundoPérez Yoma (DC). Se concretaba así una negociación que había convenido que Ricardo Izurieta fuera el próximo Comandante en Jefe del Ejército. Ambos estaban consientes de la necesidad de finiquitar la "operación consenso" que permitiera al ex dictador designar a un sucesor de su confianza y que Frei aceptara, evitando así un nuevo "boinazo" o un "ejercicio de enlace". Los tres estaban de acuerdo. Decidieron actuar. Pérez Yoma, en carta confidencial le solicitó a Pinochet los nombres acordados. El dictador le entregó la nómina. Frei recibió la "proposición" y al día siguiente le confirmó al genocida que, de acuerdo a los convenido, había dispuesto que el elegido fuera Izurieta. Se imponía así el criterio de Pinochet, el presidente sólo firmaba.
Según Pérez Yoma, el ex dictador había cumplido sus "altos quehaceres" y "era un ejemplo de responsabilidad para quienes elegían el servicio público". Y, cumplido el compromiso, daba fe de su disposición motivada por el bien de Chile y del Ejército. Mientras que Camilo Escalona, presidente del PS, considerando que hay un respaldo "unánime"para la designación de Izurieta, sostuvo que ella corresponde a la necesidad que tiene el país de que la jerarquía de esa institución sea ejercida por un uniformado que no tenga herencias del pasado". El senador Jaime Gazmuri (PS) dijo tener una buena impresión "de la forma como se manejaron las cosas" Se omitía que Izurieta había gozado siempre del apoyo del ex dictador. Su meteórica carrera militar habia sido obra de determinaciones de Pinochet para apoyar a quien sería su futuro "delfín".
Las cúpulas políticas del oficialismo afirmaban que con la designación de Izurieta terminaba la transición. No era conclusión de un serio análisis, sino expresión de una campaña propagandística, que se orientaba a inventar éxitos políticos, ocultar el espúreo acuerdo de la designación del "Palo Blanco" de Pinochet y crear la imagen de Izurieta como el nuevo"Niño Maravilla" del militarismo y la reacción. Pero la realidad indicaba un proceso diferente. No podía haber término de la transición porque esta no ha existido y el nombramiento de Izurieta sólo consolidaba la herencia dictatorial. Además, tenía la misión, determinada por Pinochet, de continuar con la implementación del "Plan Alcazar" y la adquisición de material bélico, mientras millones de chilenos viven en la pobreza. Debía consolidar, desarrollar y aplicar las tesis militaristas de defensa y el rol de garantes de la institucionalidad dictatorial. Y, fundamentalmente, impedir cualquier intento de modificación de la impunidad que gozan los criminales uniformados.
Izurieta, al momento de su designación, daba la impresión que intentaba demostrar que durante la dictadura se dedicó a cultivar rosas y a la equitación. Fabricaba y le creaban imágenes que no correspondían a la realidad. Siempre fue uno de los favoritos de Pinochet. Tras el golpe militar del 73, asumió la gobernación de Angol. Aplicó un férreo y brutal control represivo sobre los trabajadores. El favoritismo del dictador se evidenció más claramente después de su derrota en el plebiscito de 1988, al designarlo en la estratégica función de Subsecretario de Guerrra, Ademas, su "padrino" lo nombró Comandante de la Primera División del Ejército con asiento en Antofagasta, agregado militar en Israel y jefe de la Misión Militar en Washington. Durante el gobierno de Frei, fue Jefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional (coordinador de las FF.AA con el gobierno). En tal función actuó como Secretario del Consejo de Seguridad Nacional. Es decir, una conclusión es evidente: el nuevo "Niño Maravilla" era sólo un "palo blanco" del Chacal del Mapocho".
Vistió uniforme de combate.
Izurieta tras un misterioso silencio de 3 meses después de haber asumido la Comandancia del Ejército, al ser consultado si éste debía pedir perdón por las violaciones a los DD.HH de la dictadura, respondió: "no lo he visto como una tarea que vaya a asumir yo". Para justificar tal negativa, agregó que "no es conveniente volver atrás sobre situaciones del pasado… Todavía hay muchas personas que miran a nuestra institución con suspicacia y recelo; históricamente puede haber habido momentos con ciertos matices… pero el Ejército es una institución responsable y que cuando tiene que hacer las cosas, las hace".
Los juicios oportunistas de las cúpulas políticas de que con la designación de Izurieta se entraba a una nueva etapa eran destrozados. Nada había cambiado. Izurieta era el escudero y guardaespaldas de Pinochet. Así lo ratificaba al expresar que una de sus nuevas funciones será "velar por defender el mando anterior". Para ello, dijo en forma amenazante que era recomendable "no hablar ni bien ni mal, ni a favor ni en contra" de su antecesor. Tales declaraciones recibieron el aplauso del oficialismo y de la derecha. Enrique Krauss, entonces presidente del PDC y promotor del golpe militar del 73, tendía un manto de impunidad: "desde un punto de vista estrictamente jurídico, las instituciones no comenten delitos ni infracciones morales". Mientras que María Angélica Cristi, diputada RN, decía: "creo que de una vez por todas hay que dejar de mirar el pasado y respetar la Ley de Amnistía de hoy". Esas declaraciones avalaban el continuismo.
La tesis de la impunidad de los crímenes dictatoriales se imponía una vez más. La DINA y demás aparatos represivos militares son los reposables de miles de crímenes, de los detenidos desaparecido, los degollados, torturados, exiliados, etc.. Su ejecución fue ordenada por el el Alto Mando castrense, cuyo jefe máximo era Pinochet y que su sucesor también integraba. Por lo cual, Izurieta no sólo defendía a Pinochet sino que también a si mismo. En efecto, el Ejército es culpable institucional de tales crímenes. Sus mandos están manchados de sangre inocente. Todos participaron en la "guerra interna" contra un pueblo desarmado. Todos conformaron la hueste de ventajista que aprovecharon el monopolio de las armas para desatar el genocidio. También Izurieta, el "delfín"de Pinochet, vistió uniforme de combate.
Arsenal de mentiras para defender al tirano.
La detención de Pinochet en Londres provocó reacciones en el gobierno, la derecha y en las cúpulas militares. Recurrieron a un arsenal de mentiras para lograr que Pinochet no fuera extraditado y juzgado por torturas y desapariciones. En tal marco se ubicaron las mediadas de Lagos, por imposición de Izurieta, para defenderlo. La historia es conocida. A hora y media de conocida la resolución de su detención, el Ejército, por orden de Izurieta, emitió una declaración: "El Ejército se encuentra profundamente conmocionado con la noticia, ante la certeza que se trata de una medida abusiva, humillante, incongruente con principios fundamentales e inconsecuente en su calidad de ex Jefe de Estado, Comandante en Jefe y senador de la Republica"
Izurieta y demás generales de cartón, medallas y entorchados sentían temor de seguir por la misma senda que exige la conciencia democrática del mundo Recurren a falaces interpretaciones. Pero, los "hombres" de Pinochet son los menos indicados para hablar de principios. Durante 17 años violaron todas las normas y derechos que los pueblos han establecidos en tratados y pactos internacionales. El informe Rettig, que registra sólo algunos de sus delitos, es apenas un breve compendio de las acciones de torturadores, asesinos y genocidas que recurrían a conceptos de "principios fundamentales" para proteger a Pinochet. Así quedaba demostrado, una vez más, que Chile estaba bajo control militar. Las cúpulas castrenses ejercen el poder real. El gobierno y los directivos de la Concertación realizan funciones administrativas de un poder formal, aunque puedan discrepar tímida y formalmente, hacer payasadas circenses o desempeñar roles principales en algún "culebrón" político, siempre terminan subordinándose a las órdenes emanadas del poder castrense.
Para enfatizar su determinación de defensa del ex dictador, Izurieta viajó a Londres. Pese a justificaciones del oficialismo, el viaje tenía objetivos políticos y era expresión de las permanentes deliberaciones políticas que se dan en el seno de las FF.AA. No se trataba de un simple "saludo de camaradería" a un ex jefe que "atraviesa por malos momentos", sino un gesto político contra la decisión del ministro británico, Jack Straw, porque según Izurieta, "confirman la vulneración de principios jurídicos, esenciales para la convivencia civilizada entre las naciones, las que derivan del respeto a la soberanía propia de cada Estado". Opinión política falaz que omitía los crímenes internacionales cometidos en la "Operacion Cóndor", en los mismos instantes que Izurieta asumía la responsabilidad de Jefe Militar en Zona de Estado de Sitio, en su calidad de "hombre" del tirano.
Izurieta gracias a su actitud incondicional ante su "amigo" y "camarada de armas" fue designado por éste para que estableciera continuidad de la política dictatorial, rechazando todo intento de reforma sustantiva, y para proteger a los autores de de crímenes de lesa humanidad, fundamentalmente al propio Pinochet. Pese a lo cual, la ministra de Defensa, Michelle Bachelet, calificó el traspaso de mando como un "hito histórico". Mientras que sobre lo que espera de la gestión del nuevo jefe (general Cheyre), dijo que "el Ejército continuará profundizando lo que hoy día el general Izuieta está llevando a cabo que es la modernización". Y, respecto a si serían prioritarios los DD.HH el reemplazante, recalcó que "la tarea principal del Ejército es la modernización y avanzar hacia la profesionalización más modernas de las FF.AA… ". Es decir, más de lo mismo.
DDHH en Chile
Este documento ha sido publicado el 28mar02 por el Equipo Nizkor y Derechos Human Rights